Thibault Cauvin, campeón olímpico de guitarra clásica

Thibault Cauvin, champion olympique de la guitare classique 


Ha tocado desde lo alto de la Torre Eiffel hasta la Ciudad Prohibida y ha acumulado decenas de premios: en veinte años, el virtuoso guitarrista francés Thibault Cauvin ha conquistado al público de todo el mundo. Con 1.000 conciertos en su haber en 120 países, este músico aventurero dice que hoy está tranquilo con la música de Bach, el tema de su último álbum, actualmente en el Top 3 de los álbumes clásicos más vendidos en Francia.

Bautizado como «Federer de la guitarra» (ganó 36 premios internacionales), continuó sin embargo con sus giras. «Vivo a 200 la hora. Desde niño soy hiperactivo», confiesa a la AFP el guitarrista de 38 años, nacido en Burdeos, en el suroeste, de padre rockero y madre profesora de clásicos. “Cuando era más joven, estaba feliz de ser un virtuoso, de tocar muy rápido, quería ser el mejor guitarrista del mundo, estaba ese lado un tanto elitista, deportivo”, agrega. “Pero aquí es más bien al contrario, trato de estar más en conexión con el alma, descubro la serenidad”, sonríe quien pasó por los conservatorios de Burdeos y París. Traduce la música de Bach, que lo intimidaba de niño, en notas íntimas a través de sus cuerdas.

Lleva 15 años de gira por el extranjero y su “Magic Tour”, que comenzó en 2017, ha llevado a este trotamundos a lugares insólitos de Sudamérica, África y Asia. Tocó en un templo en ruinas en Guatemala, en la Palmeraie de Marrakech o en la Ciudad Prohibida en China, abriéndose a la nueva música. Se nutrió de rasguedos (técnica de la guitarra flamenca), armonías de Brasil, el sitar de Bangladesh o la kora de Malí. “Soy guitarrista clásico pero con alma de rockero, tengo estas ganas de tocar para federar”, explica Thibault Cauvin. Entiende que la identidad del guitarrista clásico actual puede ser intrigante, ya que su instrumento se asocia a menudo con la guitarra eléctrica o el flamenco.

“Con razón reivindico la guitarra como instrumento popular: es Jimi Hendrix, es Django Reinhardt, es Paco de Lucía y Joaquín Rodrigo, en la clásica es Andrés Segovia o Alexandre Lagoya; es increíble tener estos guitar-heroes de todas las tendencias”, dice, convencido de que actualmente vive «la época dorada de la guitarra clásica». “Hoy en día están los mejores luthiers de guitarra clásica”, asegura. “Si comparamos con una guitarra de hace 60 años, la de hoy es más potente, más justa, más equilibrada”.

“En un concierto buscamos el rendimiento de la Fórmula 1 que hace el Gran Premio de Mónaco donde todo está perfectamente regulado, pero también queremos el encanto de la vieja colección de Jaguar que hace ruido, y eso es raro. Solo los grandes instrumentos lo permiten” , especifica Thibault Cauvin.

Clásico no significa en modo alguno estar limitado al repertorio del pasado; también trabaja con compositores contemporáneos, como Mathias Duplessy y le gustan los dúos atípicos. Tocó así con Matthieu Chedid, el trompetista Erik Truffaz o el DJ Thylacine. Para él, no es necesario tener una educación musical clásica para apreciar a Bach en la guitarra. “Ya sea en el Carnegie Hall (en Nueva York), en las profundidades de Cabo Verde o en una pequeña capilla de la Dordoña, hay que saborearlo como si estuviera contemplando una puesta de sol”, dice.